miércoles, 10 de marzo de 2010

EFECTOS PERSONALES

Por Karina Olivares


El agua, que alguna vez alguien dijo, sería un bien escaso.
Agua tibia y reconfortante que emerge, a raudales, cuando tomo mis baños matutinos y cuyo gasto poco me importa, o importaba hasta ayer.

Pueda ser que mañana no goce más en esta cierta impunidad que me otorga la puerta cerrada de mi baño blanco. El gozo del agua: uno de mis efectos personales más preciados.

La luz. Eléctrica, incandescente. Tengo miles de ampolletas bajo consumo, que camuflan mi exceso de consumo diario, el mismo que me opongo a disminuir con cientos de justificaciones que mañana no me servirán de nada.

La lavadora. Varios kilos de carga, poderosa. Tambor de acero. Mi ropa impecable, incluso unos pasos más allá lista para poner, gracias a otro efecto personal imprescindible, la secadora. Mi ropa un poco más allá de mi piel, habla de mi yo en silencio.

La cama. Crecí en camas blandas, camas abrigadas en invierno y casi desnudas en verano. Mi cama vuela por las noches, yo con ella sin saberlo, también. Qué sería de mí, sin este espacio vital en el que vivo también, la otra mitad de mi vida.

Los amigos. Extensiones de un yo siempre en construcción. Mis amigos que temieron irse el 27 de Febrero, sin despedidas, de golpe, sin saber cuánto los quería por ser como son y estar en mi vida. Los radiantes amantes de vivir y a los cuales les queda aún mucho por hacer.

"Algunos” de mis efectos personales. No me los quite nadie, ni la poderosa muerte, el destino escrito o la tierra en la que moro, a préstamo, por estos días movidos.

1 comentario:

  1. Alejandro Hernández11 de marzo de 2010, 3:48

    Gracias Kari, por esta columna que refleja el Amor que sientes en tu corazón, por el mundo y todo lo que en la Madre Tierra habita, en especial, sus personas, la familia, los amigos, el día a día único. Un apego maravilloso que forma parte integral de nuestras vidas.

    Un besito, Alejandro.

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