miércoles, 2 de marzo de 2011

Posnatal con letra chica

Por Karina Olivares
Trabajadora Social Universidad Raúl Silva Henríquez

El proyecto de ley presentado por el Ejecutivo, que flexibiliza el descanso prenatal de 6 a 4 semanas y que extiende el posnatal de 12 a 24 , ha abierto un debate sobre las implicancias concretas que tendrán estas medidas para la mujer trabajadora y su empleabilidad. Se trata de un proyecto emblemático, concebido en los gobiernos de la concertación y que recién ahora pasará a discutirse a nivel legislativo, donde se espera que el texto final haya resuelto los vacíos y dudas razonables que quedan en el aire.

24 semanas y no hay más

Desde luego es una alegría saber que no estaremos obligadas a retomar el trabajo cuando nuestro hija o hija haya cumplido los 3 meses de vida, sino los 6. La pregunta que surge es ¿se necesitaba realmente extender el posnatal o lo que había que corregir era el “mal uso” que se les daba a las licencias, hecho que le costaba mucho más dinero al Estado? A saber: son pocas las mujeres que tienen el corazón para dejar a su hijo a sus frágiles 12 semanas, por lo cual recurrían a la "licencia por enfermedad grave de hijo menor de un año", el recurso disponible hasta hoy para quedarse con el niño o niña más allá de los 3 meses legales.

Al extender el posnatal, lo que hace el Estado es "transparentar" un uso social, es decir, reconoce que las mujeres chilenas SÍ se quedan con sus hijos más allá de los 3 meses y en promedio hasta los 8 -estuvieran o no enfermos-recogiendo con ello una praxis habitual de las familias chilenas en las cuales la madre es también trabajadora contratada.

Todo el mundo sabe que las mujeres no estamos dispuestas a dejar a nuestros hijos a los 3 meses de edad, por tanto esta Ley podría no haber sido prioridad –de echo no lo fue para los gobiernos de la concertación- El problema surge cuando este modo cultural atenta contra las arcas del Estado y los grupos de poder.

La pregunta que sigue entonces es: transparentando este uso social ¿qué sucederá con el recurso "licencia por hijo menor de un año" por cuanto la extensión del posnatal le quita de inmediato 6 semanas y quién sabe cuántas más? Les sugiero entonces leer la letra chica donde dice que la licencia por enfermedad grave del hijo menor de un año, ahora tendrá que cambiar de nombre, hasta lograr quizás, su extinción paulatina al existir evidencia que las mujeres al terminar las 24 semanas, vuelven al trabajo, sin presentar “Licencia por enfermedad grave de hijo menor de un año”.

En términos prácticos, era a lo menos "impopular" decir que le están quitando piso a este derecho. Era mejor decir que nos amplían el descanso de 12 a 24 semanas, así no hay razón para ocupar los otros recursos. Queda mejor escrito con letra grande.

Papás por siempre

Extraño es, por decir lo menos, la posibilidad de compartir el posnatal con el padre. Pero antes vamos a ver lo que tenemos, es decir, lo que hace la gente. Según el Código del Trabajo, el progenitor tiene derecho a ausentarse una semana después del nacimiento de un hijo, lo cual en la práctica se suma, gran parte de las veces, con vacaciones legales u otros beneficios que el mismo trabajador pacta con el empleador. No hay una tendencia o uso social que esté registrando “la necesidad” de que el hombre tenga posnatal, sabemos eso sí, que las parejas jóvenes están logrando equiparar roles, pero eso aún se mantiene en la esfera de lo privado.

Ahora bien, una cosa muy distinta es que un hombre vaya donde su empleador a señalarle que ahora también "hará uso de su posnatal". Perdón, el posnatal que su señora le está cediendo porque ella tiene que ir a trabajar. Lo siento, no somos tan modernos. Con el estado de precarización laboral que tenemos en Chile, podría ser un suicidio laboral.

El proyecto de ley no es para nada claro en este tema central y que se pregona como "igualdad para la crianza entre hombres y mujeres". En este punto señala que la mujer puede compartir con el hombre 6 semanas de su posnatal extendido, pero no indica por ejemplo, si al ceder estas semanas la mujer pierde su fuero y debe volver a trabajar (letra chica) dejando a su hijo aún lactante con un padre que por razones obvias no lo podría amamantar. Otra pregunta, si ambos se quedan en la casa, asunto que contribuiría a compartir roles de crianza ¿cómo y con qué prontitud se pagarán estas dos licencias simultáneas generadas?

Sabemos que las COMPIN son encargadas de pagar licencias a los beneficiarios FONASA. Pero con una entidad tan cuestionada como esta, me parece que nadie en su sano juicio optaría por depender doblemente de ella. Y aunque fuera un solo sueldo, en el caso hipotético que el hombre asumiera el posnatal de 6 semanas, se sabe estadísticamente que son los hombres mejor remunerados que las mujeres. Solo por este dato, no conviene que el papá se quede en la casa.

No digo con esto que no sea justo. Se trata simplemente de un impedimento práctico. Con las COMPIN en medio de la polémica ¿Se imagina una familia donde ambos (padre y madre) están a la espera del pago de licencias, con todo el riesgo que ello implica? Razonablemente el hombre optará por no recurrir a este doble "descanso" de paga incierta. En este punto la letra chica es también letra muerta. Realmente impracticable.

Prenatal: ¿Flexible para quién?

Por otro lado, el descanso prenatal en la actualidad es de 6 semanas, es decir, más o menos a los 7 meses y medio de embarazo. El proyecto de ley que lo flexibiliza, dice que podemos elegir si tomarnos “con o sin hielo” este descanso, es decir, si disminuir estas semanas de 6 a 4 y dejar estas dos semanas "guardadas" para agregarlas al posnatal, que de ser así quedaría en la no despreciable suma de ¡26 semanas! algo así como los 6 meses y medio del niño.

Visto de este modo es atractivo. Lo que no es atractivo es sin duda, quedarse trabajando hasta los 8 meses de embarazo. No solo por las molestias físicas que se presentan durante el último mes, sino para la merma en la labor que realiza la mujer. Sabemos que la producción se reduce con tal avanzado estado de gestación. Por otro lado, a los 8 meses los mismos compañeros de trabajo incitan a las madres a retirarse a sus casas "a descansar".

Punto a parte merece señalar lo que significan las malas condiciones laborales y la precarización de los puestos de trabajo que deben enfrentar el grueso de los trabajadores chilenos, con extenuantes jornadas laborales, en entornos contaminados de estrés y otros más ambientales, más un sistema de locomoción colectiva pésimo, que es poco y nada amigable para las personas con movilidad reducida, quienes en hora punta no se ven en el Metro, ni menos en Transantiago.

Lo real es que, sea como sea (por orden médica o por deber moral) la mujer comienza a retirarse del trabajo a partir de los 7 meses de gestación y no piensa en como "quedarse más semanas" para producir más en la pega, por tanto es muy poco probable que se haga uso de la flexibilización.

“Clase media” excluida

Acápite aparte merece la más comentada de las medidas que propone este proyecto, de todas las anti clase media, la peor: cual es la exclusión de este proyecto de ley del segmento de mujeres que ganan más de $650.000. A ellas el Estado no les pagará porque representan un porcentaje quizás pequeño de mujeres trabajadoras con contrato laboral (18%). Ellas quedarán con las mismas 12 semanas de posnatal del sistema antiguo, y en la total incertidumbre sobre el uso de la opción "Licencia por enfermedad grave de hijo menor de un año". A la deriva, sin nada a qué echarle mano.

La duda que me queda es si esta ley apunta a cómo generamos más tiempo de la madre -y el padre- con sus hijos independiente del status que tenga o bien, se configura esta como un instrumento legal más para discriminar y excluir a la mujer, tanto en sus oportunidades de empleabilidad (al empresariado no le gusta este proyecto de ley) como en su capacidad de crear mejor calidad del vida a través del mismo.

Veremos cómo queda la ley tras haber pasado por el poder legislativo, donde se espera la más amplia discusión y participación de todos los sectores implicados.