domingo, 12 de junio de 2011

Hacia donde van

Santiago de Chile, Octubre 17 de 2007



Les voy a hablar del hombre y hacia donde va. Es simple, pero se los diré nuevamente, porque es charla habitual para los estudiantes como ustedes. Porque tienen que saber que siempre somos estudiantes del Alma, saberes que en todo momento son susceptibles de llevar a la práctica, más que los oficios de carpintero, arquitecto o médico.

Si aprenden el oficio del Alma, podrán ayudar aún más con el conocimiento, poniendo a lo sensitivo en primer lugar. Luego pueden desempeñarse en otros oficios afines o cualquiera al cual ustedes se sientan cercanos, pero nunca alejándose tanto del centro, como ser banquero o corredores de bolsa, por deciros algo.

El ser humano es tierra, humus. Desaparecerá. En el fondo: el Alma. Detrás de la cáscara superficial que es tierra y que como dicen ustedes, volverá a la tierra de donde ha venido. De ahí la transitoriedad, la débil y equivocada creencia que podrán llevarse algo. Os digo que nada podrán mover de acá salvo lo aprendido que queda grabado en el Alma del caminante.

Todos poseemos un registro en el Alma. Todos hemos vuelto una y otra vez al centro por medio de la experimentación con el cuerpo y la mente.

El cuerpo como tierra originaria hace germinar todo tipo de vida en él. Vidas buenas o malas. Podrán percibir en los muchos lugares y personas que vuestros ojos han visto.

Alguno cargado hacia la bondad y la comprensión. Otro cargado, según su historia, a la oscuridad de una vida de sufrimientos en el cuerpo. Aunque existen un sinnúmero de otras fuentes generadoras de sufrimiento. De aquello también ya hemos hablado.

Pero todo lo que ven acá está hecho de la misma materia del ser humano y los seres vivientes. Se introducen en una realidad adecuada para vuestro nivel de conocimiento y necesidad, y aparecen no recordando nada de lo que alguna vez fueron y les sobreviene el sufrimiento desde todos los niveles posibles.

Entonces están sumidos casi siempre en una profunda desesperanza por la ignorancia de quienes son. Pero si no fuese así el juego tendría que ser suspendido, hubiéramos cerrado el “partido” con los equipos perdedores, derrotados, sin haber jugado nada de partido.

Ustedes tienen que jugar aquí, para saborear el triunfo. Entonces dan ganas de seguir y seguir jugando, porque ya han conocido a lo que sabe y os gusta.

Deben aprender y querer jugar, no solo aquí. Manejar el oficio de aprendiz en todo lo posible. De eso se trata. Tanto aquí como en los templos que visitamos está escrito. Solo deben recordar la labor y función de aprendiz y entregarse a la dulzura, porque siempre atrás de ustedes está el Maestro. Si no fuese así, no hubiese nada que aprender ¿de quién? ¿Para qué?

El maestro observa. Sabe los errores y aciertos del aprendiz. Desarma su obra cuando la ha terminado, aunque el pequeño se enfurezca y no comprenda. Luego, al final de la tarde su lección habrá aprendido, y luego al final de las semanas, habrá conocido al menos, la puerta de entrada al conocimiento.

Que no es el conocimiento de la cabeza, sino del corazón. Ya que manejan el lenguaje verbal, deben aprender a manejar el lenguaje del corazón, del silencio. Donde todo puede ser nuevamente fundido en el fuego, para transformar las almas y ser.

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