viernes, 11 de septiembre de 2009

VERBOS PARA GENTE OCUPADA: Sanar

Por Karina Olivares


Casi siempre que puedo cuento esta historia acerca de dónde y cómo aprendí por primera vez los temas ligados a la sanación: En ese entonces tenía 16 años y por aquellas cosas de la vida llevaba tiempo viviendo en casa de mi abuela paterna, una mujer muy católica que vivía sola en su casa, un hogar sencillo, pero muy bien mantenido.

Su labor en el barrio era bastante conocida y respetada por quienes tenían acceso de cerca a su trabajo como "componedora de huesos", un oficio muy extendido en el campo y que actualmente podría parecerse en algo a la Quiropraxia de la medicina alternativa. Como sanadora avezada, las personas acudían a su casa desde cualquier lugar de Santiago en busca de la salud perdida a causa de algún desafortunado accidente o aquellas tipicas dolencias crónicas.

Su especialidad eran los huesos fracturados. Recuerdo nítidamente mi impacto al ver como un día llegó hasta su casa un hombre que había sufrido un accidente en bicicleta. El hecho había dejado muy a mal traer su clavícula, uno de los dos huesos situados en la parte superior del pecho.

Los movimientos corporales exactos y muy focalizados que le aplicó mi abuela, permitieron al hombre dejar de sentir aquel dolor agudo por el cual había llegado, logrando marcharse posteriormente con la certeza de haberse recuperado del todo.

A los días volvió muy alegre con el alta médica en sus manos. ¿Cuánto le debo? -le dijo el hombre a mi abuela- ¡Nada! -le respondió- “Esto lo hace él” apuntando a un sencillo altar donde ubicaba sus imágenes de Cristo y la Virgen, además del libro más importante para ella: la Biblia Latinoamericana.

Las experiencias vividas en su casa me marcaron para siempre. El escaso tiempo que duró esta especie de “pasantía” me dio luces años después para adentrarme en temas ligados a la sanación y la espiritualidad vista desde la práctica, en terreno. También para hablar con propiedad acerca de cómo creo se producen los procesos de salud/enfermedad en nuestras vidas y los caminos para lograr mantener una buena salud.

Ciertamente existen muchos caminos para sanar. Por un lado los conocidos como respuesta de la medicina oficial y aquellos que la propia vida personal provee como reserva familiar y cultural, que a mi modo de ver poseen una riqueza invaluable.

Como sanadora inserta en una comunidad determinada, mi abuela era muy respetada y querida. Casi nunca se enfermaba, lo que es un registro importante en aquellos que deben prestar los servicios sanitarios. Utilizando su ejemplo de vida, ocuparé algunos de sus atributos personales para definir cómo se convierte uno en un buen médico de sí mismo:

1. Tener un buen sentido del yo, verdadera autoestima. Esto incluye cuidar el cuerpo como un “templo” donde anida el mundo interior. El cuerpo que tenemos no nos fue dado al azar, se trata de un vehículo para desarrollar todas nuestras potencialidades internas.

2. Darse el tiempo para meditar. Esto es, entrar en sintonía con todo lo que está fraguándose internamente. Para algunos puede ser ORAR en el sentido religioso, como lo hacía mi abuela; entrar en contacto con el Alma personal y vincular el cuerpo con las emociones del día porque allí aparece un correlato muy valioso.

3. Estar dispuestos, preparados para ver oportunidades en las desgracias que pueden representar las enfermedades pasajeras o las dolencias crónicas. Este punto no es tan sencillo, por cuanto esta capacidad se determina en la infancia: si escucho hablar de problemas y enfermedades incurables, mi cerebro copiará esa manera de ver el mundo y será un espejo repetidor de las experiencias que recibí en esa etapa. Pero ánimo porque también se puede des-aprender.

4. Escucharse. Alguien dijo por ahí: “La cabeza no ha escuchado, mientras no escuche el corazón”. Muchas de nuestras dolencias más clásicas son parte de una necesaria conversación que se encuentra pendiente. ¿Cuánto estoy dando sin recibir? ¿Pongo suficientes límites en mi relación con los demás? ¿Me doy tiempo para estar un tiempo a solas?

Busca en tus registros familiares o de amistad alguien a quien consideres una persona sana en cuerpo, mente, espíritu o en las tres juntas. Identifica qué hacen o hicieron esas personas para ser distintas e intenta copiar esos buenos ejemplos.

Hazte parte de ese “estilo de vida” que comparten las personas sanas. Acá te dejo las que creo les son propias:

- Se ríen mucho, también lloran prudentemente.
- Siempre buscan una lección en cada acontecimiento.
- Buscan espacios de soledad y de encuentro consigo mismo, aunque se los pueda ver activamente involucrados en causas sociales o de otra índole, vinculada a la solidaridad.
- Cuidan los excesos de todo tipo.
- Confían en algo o alguien superior a ellos. Esto puede ser Dios para los cristianos o alguna creencia en particular: Aunque parecen estar solos, NUNCA lo están.

Entonces SANAR no es azar, sino causa y efecto de un compromiso que implica asumir un nuevo estilo de vida. Desde aquí deseo que logres sanar de todo aquello que necesite ser sanado, porque la única obligación en la corta vida que tenemos es ser felices “en el siempre presente ahora”.


4 comentarios:

  1. Qué linda contemplación del tema, Kari... Besos y abrazos para ti!! Salúdame a la Luciana y al Ale : )

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  2. Me encantó este verbo, me parece creado para mí...Es un regal leerte Karina, gracias!

    Cómo está Luciana? Qué tal el proceso de adaptación para ambas?

    Muchos cariños para los tres,
    Isa

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  3. Amiga,

    gracias por este regalo, llegó en el momento ideal.

    Cariños
    Pamela

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  4. Karina , mil felicitaciones!!! .... y gracias por invitarme a conocer tu blog, ha sido un hermoso y valioso aporte y me ha llegado en el momento más oportuno .. !que increible !!!!
    Muchos cariños y bendiciones .
    Sandra

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