viernes, 16 de octubre de 2009

VERBOS PARA GENTE OCUPADA: Perdonar

Por Karina Olivares


Nadie quiere dañarnos a propósito.
Muy pocas personas están dedicadas a eso (o casi nadie).
Sin embargo, quien nos hirió alguna vez ocupa gran parte de nuestros pensamientos en éste, nuestro único tiempo, el presente.

Diluidos en repasar, rememorar o intentar vanamente olvidar, la paz interior se quiebra. Y es difícil repararla cuando no se sabe cómo perdonar o a quién se pide la compensación que necesitamos por los daños ocasionados.

Algo interesante pasa en este proceso del perdón: Aunque hayan pasado años el recuerdo es fresco y vívido. O bien también, permanece retenido en el subterráneo oscuro de las emociones indefinidas.

Parece como si aún palpitara en mí el niño herido que fui, aunque ahora bordee los treinta o cuarenta años. Y esto sucede porque para las heridas abiertas el tiempo no pasa, es más “el tiempo” como lo conocemos, simplemente no existe.

Y allí está esa siempre inquietante historia. Detrás del temor, la rabia o el rencor de lo cotidiano, se encuentra esta cáscara imperturbable, dura secuela ubicada en los bajos fondos del corazón.

Aquel que no perdona sangra por la herida. Va por la vida con sus muertos acuestas. Ejercita el sordo diáogo con el pasado, haciendo a-temporal la emoción, aquella que se hace carne cuando alguien osa reabrir la escenografía remodelada de los recuerdos.

Y nadie, por más cerca que esté de nosotros o crea conocernos, sabe cuantos recuerdos ha guardado uno en la vida. Cómo se abre o cómo se pone llave a ese baúl lleno de circunstancias fotográficas que puede ser nuestra mente.

Porque si bien todas las religiones del mundo tocan el tema del perdón, nadie enseña en la práctica a perdonar o al menos a reconocer donde está la herida por donde se escapa algo que puede ser la alegría o la esperanza. Tampoco hay tal materia en la, a veces, paradójica enseñanza cotidiana de la vida en familia.

Al contrario, allí se forjaran infinidad de pequeños rencores que un día van a germinar en no se sabe qué circunstancia, con qué persona o relación interpersonal. Y en este último plano es donde más complejo se hace el panorama si tenemos deudas pendientes con el pasado.

Un repentino arrebato de ira puede costarnos un trabajo. La violencia terminar una amistad o con el Amor. La inseguridad, dejarnos fuera de las oportunidades infinitas que nos reporta un simple día.

Quizás el mayor problema aún radique siempre en nosotros mismos, en cómo se hace para cerrar unilateralmente esta historia, cómo dejar que la mente no siga creando alrededor del dolor toda una identidad que podría acompañarnos durante gran parte de la vida.

Gran tarea. Porque nada valdrá esperar el perdón de ese lejano alguien que nunca vendrá, que quizás se olvidó o nunca supo. O la conversación abierta y sincera que esperamos serene un atormentado corazón. Todo eso podría nunca ocurrir. De hecho, a veces es mejor no buscar ese encuentro, no abrir las puertas. Quedarse en silencio, buscarse a si mismo en paz.

Entonces quizás el silencio nos abra las puertas para que ese buen día llegue. El silencio, la contemplación de los estados interiores y en especial, el buen uso del tiempo: Porque no sirve aquella sentencia popular que versa “el tiempo lo cura todo”. Sino que más bien se trata “de lo que nosotros hacemos con ese tiempo”.

Te invito a que simplemente te perdones completa y absolutamente por las siguientes cosas que alguna vez pasaron o siguen pasando:

- Cuando tuviste la culpa y no fuiste capaz de pedir perdón.
- Cuando esperaste una palabra que nunca llegó, hasta hoy.
- Cuando la embarraste a pesar de las advertencias.
- Cuando seguiste “pegado” en el pasado y lo revives aún ahora a sabiendas que nada de eso existe (salvo el día de hoy)
- Cuando hiciste exactamente “eso” que tanto renegabas, sin querer.


Perdonar es “dar” “regalar” una palabra, un gesto, una acogida, no solo a otros, sino principalmente a uno mismo. Como tan bien resume Jodorowsky: “Lo que das, te lo das. Lo que no das, te lo quitas”.


1 comentario:

  1. Comentario por Adel Hurtado Vera el octubre 19, 2009 a las 9:53pm
    Borrar comentario Señorita:
    Karina Olivares.
    He leído su artículo sobre el Perdón. Llegó a mi correo ayer.
    Créame que pocas veces repaso un artículo con tanta pasión para mis ojos.
    Es cierto, nadie quiere dañarnos a propósito...
    Sin embargo quien nos hirió alguna vez, ocupa gran parte de nuestros pensamientos en este, nuestro único tiempo, el presente…
    Dice bien usted, cuando escribe que aquél que no perdona sangra por la herida…Va por la vida con sus muertos a cuestas…
    Me agradó mucho.
    Gracias por este regalo -con su anuencia- para mi vida.
    Un saludo desde la “Ciudad Blanca” del Perú, Arequipa.
    Adel Hurtado Vera.
    adelperu@hotmail.com

    ResponderEliminar