miércoles, 12 de mayo de 2010

POST 27-F

Por Karina Olivares


Convengamos en que algo sigue sucediendo tras nuestro particular terremoto y tsunami del 27 de Febrero pasado. Un movimiento sostenido, de origen subterráneo, que inconcluso aún se sigue manifestando insistente en cada uno de nosotros.

Podría llamarlo CAMBIO. De tendencia ascendente y circular lleva ya varios meses instalado con fuerza en nuestras vidas y para muchos ha dejado una estela de destrucción sobre todo lo que conocían como “cierto”, “verdadero” o “seguro”.

El síndrome Post 27-F, ha afectado esferas tan importantes como las que nombro a continuación: las RELACIONES –con quien estoy, con quien quiero seguir de aquí en adelante, “rompimientos”-, FORMAS DE VIDA –cambio de sentido de la propia existencia, emergen nuevas creatividades, un nuevo sentido del yo- los INTERESES -se transparentan las vocaciones y/o abandonan antiguos quehaceres -, ESTABILIDAD EMOCIONAL –aparición de síntomas psicológicos como angustia, afecciones físicas asociadas a depresión, ansiedad, trastornos post-traumaticos, entre otros.

Porque a la humedad y el frío reinantes tras el abrupto final de verano, se suman ahora los efectos de esta especie de saco sin fondo donde deposito todo lo anterior, la incertidumbre. Una gran incertidumbre social pero principalmente personal, un no saber para donde vamos o de qué sirvió lo que hicimos antes. Algo a lo cual por cierto le teme demasiada gente.

Se trata de un re-planteo desde los orígenes sin conocer del todo los resultados que obtendremos tras este movimiento que sobrevino de manera inesperada, pero que en cierto nivel “necesitábamos” –frase que he escuchado de manera insistente por boca de mis conocidos- para corregir algún aspecto bloqueado al entendimiento, quizás por años o décadas.

Al parecer la oportunidad de haber cambiado siguiendo un curso natural, ya no está más a nuestra disposición, como antes lo estuvo en aquellos días que surcaban felices nuestro cielo azulado. Sin habernos percatado, se esfumó la oportunidad para que se asentase el accidente y la crisis.

Este periodo de cambio es sin duda un evento sin precedentes, que nos atraviesa y moviliza para hacernos penetrar de manera forzada en lo desconocido. Evidentemente lo "necesitabamos" y estabamos en algún nivel interno, preparados para eso.

Como nunca antes en nuestra historia, tenemos acceso a ciertos archivos que se encontraban muy bien enterrados. Archivos históricos, colectivos, familiares y de nuestra propia persona emergieron de manera abrupta y aquí están todavía, expuestos a nuestro conocimiento y necesario análisis.
La tierra, prodigiosa ella, ha liberado cierta energía que permanecía oculta en nuestras cabezas y en los archivos del ADN que configura nuestro cuerpo y sus reacciones más básicas. Y esto sucede porque después de haber estado expuestos a un movimiento en este grado e intensidad, ninguna de nuestras estructuras queda intacta. Ni debiera.

Todo se moviliza hasta volver a su centro original. Un centro al cual se vuelve con algo de filosofía o preguntando a los que saben, como era que antes, “antes” que todo fuera resuelto con medicamentos, se accedía a las respuestas apropiadas para hacer frente a los procesos insidiosos del cambio.

Pero para que esto haya sucedido, debió haber existido antes quizás, cierta desidia en los días, un pasar por pasar, un estar por estar no más. Dejo de estancamiento e incapacidad para entender que necesitábamos verdaderamente un cambio. Ese que se manifiesta casi siempre en una llamada imperiosa de “andar más livianos” desprenderse de ciertos aspéctos, algunas relaciones que antes funcionaron “pero que ahora ya no”, de nuestra propia forma de ser. En fin.

Al parecer, desoímos también que este cambio había que implementarlo “ya”, a la brevedad posible, antes que la Tierra nos obligara a cambiar con ella. Nos desoímos porque entre otras virtudes, hemos perdido la agudeza auditiva en medio de la maraña de ruidos estridentes donde construimos nuestra vida, nuestros trabajos, las relaciones humanas.

Por cierto cabe decir que la virtud de "agudeza auditiva" tiene su centro en el corazón y sus palpitos, ¿escucharon antes sus "corazonadas"?.

Comento esto porque como nunca antes me había enfrentado a esta casi necesidad colectiva de conocer y entender qué sucede o cómo se puede volver a rearmar la vida después de un evento de esta envergadura. Lamentable o afortunadamente, nadie, salvo uno mismo en su fuero interno sabe como se re-arma la vida desarticulada o venida a menos por eventos externos o gestados desde el mismo centro personal o por acciones que dejaron huellas que se quieren borrar hoy con el codo.

Pueda ser que, en medio de esta crisis social, algún ingenioso encuentre acertado reponer en los colegios las clases de filosofía que nos dieron por última vez en la década del noventa. Como nunca antes necesitamos volver a formular las preguntas vitales, desmenuzar las respuestas, contrastarlas con la solidez de los antiguos filósofos que llenaron de esperanza o perdición alguna duditativa vida juvenil.

En medio de la polvoreda que dejó en las conciencias el terremoto de Febrero, aún encuentro ciertos claros que me permiten deciros que, como versa aquella historia hindú “Esto también pasará” mensaje que contenía el anillo del Rey que solicitó a sus sabios idear una frase que lo ayudara a ver con altura de miras tanto los momentos felices como los más nefastos y turbulentos.

Buena frase para repetir en días complejos y donde lo unico seguro es el cambio. ESTO TAMBIEN PASARÁ.

Pasará la incertidumbre, para dejarnos algo más de claridad en el camino.
Pasará también este tiempo (que sigue siendo muy breve) para implementar los cambios que se necesitan de manera urgente, en todas las áreas de nuestra vida.

Pasará la sensación de pérdida, de orfandad en algunos muchos que conocemos.

Pasará a su vez, la breve fracción de felicidad hecha de los ilusorios materiales externos. Porque la vida está en constante cambio y no hemos venido aquí a quedarnos con nada, salvo con la sabiduría del momento.

Pasará –tal vez no- este segundo en que me pregunto, dónde están mis viejos-hippies-profesores de filosofía. Se los extraña como nunca antes.

3 comentarios:

  1. Pasará... pasará...

    Hola Kari : ) Echaba de menos tus post. Sentí el terremoto de un modo tan natural, porque pensar que damos vuelta y más vuelta en este planeta. Fuimos hormiguitas por un momento, pero parece que ya denuevo somos los superpoderosos. La vida sigue su curso y ojalá nosotros nos pongamos a tono con.
    Besooootes Kari!

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  2. es cierto, esto nos hizo cambiar en muchos aspectos: costumbres, nuestras percepciones y prioridades ante la vida, en fin.
    Dicen por ahí, que para que existan cambios en la sociedad,en un país, en el planeta, debe venir con un remezón o algo de sufrimiento, no se si será así, pero de que nuestras vidas cambiaron(para algunos más que otros), cambiaron!

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  3. Es verdad, fuimos removidos por dentro y por fuera... es necesario expandir nuestras conciencias y qué bueno es contar con personas como tú y tu marido... un gran abrazo!!!..

    Cariños,

    Pame.

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