viernes, 23 de julio de 2010

LOS DOS PRADOS

Por Karina Olivares

«El hemisferio izquierdo analiza el tiempo,
mientras que el derecho
sintetiza el espacio»
Jerre Levy


Hace exactamente dos meses, el compositor, cantante e ícono de la música ochentera, el argentino Gustavo Cerati sufrió un Accidente Vascular Cerebral que lo tiene hasta hoy sumido en un estado vegetativo permanente, es decir, “invariable” e irreversible desde el punto de vista médico, a pesar de todos los esfuerzos por volverlo a la vida conciente.

Su estado vegetativo se debería a que tiene afectado “gran parte del hemisferio cerebral izquierdo” a raíz de una hemorragia, y también una zona fundamental, homologable a un piloto automático, que debiese funcionar cuando todo lo demás falla denominado “tronco cerebral”.

¿Cómo poder entender mejor estos conceptos? Y para aquellos que miramos un poco más allá de los parámetros biomédicos ¿qué significa que el cantante tenga afectada esta zona del cerebro? Si fuera Cerati un familiar, me lo preguntaría, pero vaya que también hemos conocido otros casos similares al de él en el último tiempo.

Para comprenderlo mejor podríamos decir que la conciencia física tiene su expresión en el cerebro humano, pues es en su anatomía donde se pueden identificar claramente dos hemisferios: el derecho y el izquierdo. Los cuales se diferencian principalmente por las funciones que desempeña cada uno, la capacidad que moviliza y las responsabilidades que asume según la actividad principal que la persona desempeña, siendo predominante uno u otro hemisferio, aunque cada uno complementa armónicamente al otro.

Esta separación y complementariedad armónica de ambos hemisferios cerebrales, queda bien descrita por el profesor y filósofo humanista, Bob Samples, quien ofrece un ejercicio de imaginación para entenderlo:



«Supongamos por un momento que cada uno de nosotros tiene en la cabeza no sólo
un prado, sino dos. Dos prados claramente diferentes. Desde luego, como ambos
son prados, tienen algunas cualidades en común. Pero aún así existen diferencias
apreciables entre ellos. Para que queden bien separados, visualicemos un río
ancho y rápido que corre entre los dos. Eso es, un río que fluye de un
hemisferio al otro. Lo más asombroso de este río es que fluye en ambas
direcciones a la vez. La sustancia de un prado puede pasar instantáneamente al
otro. Sin embargo, en cuanto llega, se transforma adaptándose a la ecología del
nuevo prado»

Un mismo prado pero dividido en dos sub prados “distintos” pero complementarios, buena apreciación a un concepto difícil de comprender a simple vista. Pero también se trata de entender el significado de cada uno de estos hemisferios y sus funciones, para saber cuándo estamos manejando la dinámica de un prado y cuándo también se requiere potenciar o abocarnos concientemente al otro, para lograr la UNIDAD, concepto que es clave para comprender la dinámica salud/enfermedad.

Uno y otro, representan la parte de un todo armonioso que se manifiesta en funciones concretas y también simbólicas, porque no solo velan por el buen funcionamiento físico sino que también apuntan hacia aspectos psicológicos y espirituales que es preciso integrar.

El hemisferio izquierdo por ejemplo (el cual tiene comprometido Cerati) se denomina hemisferio práctico y es eminentemente verbal y matemático, puesto que es el encargado de la lógica y el lenguaje, de nuestra facultad de lecto-escritura, de cálculo y numeración.

El izquierdo está principalmente avocado a los asuntos de tiempo, siendo estricto en la valoración racional de los asuntos a los cuales nos avocamos. Con este hemisferio somos capaces de interpretar el entorno, permitiéndonos analizar nuestra capacidad de actuación a corto plazo, en la inmediatez que nos brinda el tiempo disponible.

A nivel físico el hemisferio izquierdo gobierna el lado derecho de nuestro cuerpo, la utilización de la mano derecha y la inteligencia racional. Según la filosofía china, el hemisferio izquierdo es Yang, es decir, masculino, el polo positivo que se vincula con la luminosidad del día y la vida que se manifiesta en vigilia, por tanto todas las actividades racionales que realizamos de día están siendo facultadas por esta zona cerebral.

Por otro lado, el hemisferio derecho permite a su vez la capacidad de visión en conjunto, evaluando la totalidad a través de la visión en pequeñas partes. Representa la inteligencia emocional. La razón del corazón, las intuiciones sobre el camino correcto. Es también el prado generador de los sueños, pues su gran motor resulta ser la imaginación, por cierto muy ligado al arte y al mundo artístico en general, como la música, la pintura o la poesía, entre otras expresiones.

De acuerdo a la filosofía china, el hemisferio derecho es Yin, femenino, negativo y se encuentra vinculado en general al mundo que se desenvuelve en la noche, al inconciente que se manifiesta durante el sueño, siendo en la pasividad del mundo racional, donde se expresa todo su potencial, aunque la creatividad, las “ideas brillantes” y la inspiración que podemos recibir durante el día también están siendo emanadas desde este plano de la conciencia, entre otros muchos elementos.

El ser humano y otros seres vivos experimentan de manera clara esta interesante polaridad que no solo está representada en estos dos hemisferios cerebrales que son complementarios y claves en nuestra vida, sino que en otros pares de polos igualmente importantes: vivimos por un lado separados por estados de conciencia donde se experimenta por un lado una presencia diurna (la vida) y otra nocturna (similar a la muerte) dada a su vez al interior de polaridad día-noche, pero durante los cuales de igual forma se mantiene un continuo, en constante movimiento comunicados por aquel río central del cual hablaba Samples.

De alguna manera todo lo que existe presenta dos pares de fuerzas fundamentales aparentemente opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas y elementos del Universo (siendo esta última hipótesis central en la filosofía china y el Taoísmo). Un patrón más o menos similar que permite una armonía básica para la subsistencia de todas las cosas y el crecimiento de todo lo que es a nuestro alrededor. Por ejemplo: el par luz/oscuridad, día/noche, bien/mal, sonido/silencio, calor/frío, movimiento/quietud, vida/muerte, masculino/femenino, entre otros.

Cuando nos estancamos en un asunto o no “fluimos” en él, se rompe una dinámica que estaba presente, se produce un malestar, una sensación de incomodidad sobre algo que no está bien, lo que de mantenerse invariable en el tiempo sienta las bases para la aparición de enfermedades en el cuerpo, la mente o en ambas, pero también la ocurrencia de situaciones de emergencia a nivel de salud.

Se sabe que la enfermedad del cuerpo casi siempre acusa antes síntomas psicológicos y emocionales predecesores, a veces por bastante tiempo previo a la emergencia de salud física en la cual desemboca o se “resuelve”. Nos sentimos poco integrados “fisurados” en algún nivel, y esto puede ser fácilmente evidenciable en algunos aspectos de nuestra vida que representan un problema. Desde este punto vista “el cuerpo es el último que se enferma” por tratarse de materia mucho más densa que las emociones.

Decimos “esto no funciona” y cuando algo se encuentra estancado, se muere o enferma. Entonces las tradiciones más antiguas señalan que este malestar a veces sutil en primer término, debe ser integrado, llevado a la conciencia, comunicado y resuelto en la medida de nuestras posibilidades, para permitirnos de esta forma volver al centro, a la unidad que representa aquella sensación de bienestar que llamamos salud y lo cual no es otra cosa que equilibrio de pares en necesario movimiento.

La inteligencia presente en los dos prados o hemisferios cerebrales (el “racional” y el “emotivo” como popularmente se les conoce) habla de la necesaria comunicación e integración que debe existir en nosotros y en la flexibilidad personal como una cualidad importante a desarrollar. Como señalaba el Prof. Samples: permitir que el flujo de información pase de tiempo en tiempo a cada prado, facilitando la comunicación entre ambos, ayudándolos a crecer, al tiempo que cada uno aporta en su singularidad. Buen desafío.


+ Nota relacionada: "El accidente de Gustavo Cerati", Clarín.com

2 comentarios:

  1. INTEGRAR integrar.

    (Del lat. integrāre).


    1. tr. Dicho de las partes: Constituir un todo.

    2. tr. Completar un todo con las partes que faltaban.

    3. tr. Hacer que alguien o algo pase a formar parte de un todo. U. t. c. prnl.

    4. tr. comprender (‖ contener). La coalición ganadora integraba liberales y socialistas.

    5. tr. Aunar, fusionar dos o más conceptos, corrientes, etc., divergentes entre sí, en una sola que las sintetice. El nuevo enfoque integra las dos teorías anteriores.

    6. tr. Mat. Determinar por el cálculo una expresión a partir de otra que representa su derivada.

    Qué palabra más linda.

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  2. Alejandro Hernández26 de julio de 2010, 10:04

    Integración, es el desafío humano, desde la integración de sus hemisferios, hasta la integración de todo lo que piensa, hace y transforma. Desafío a nivel personal y social. Felicitaciones Karina....!!

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